Mamá, cuéntame el cuento de China!». Carmen, de cinco años, le pide al acostarse a su madre María José que le narre cómo llegó desde Guangdong, al sur de China, a vivir entre naranjos en Palma del Río. Hace tres años que María José y su marido Francisco Javier recorrieron más de 15.000 kilómetros para buscar a su niña. «Tardamos sólo 15 meses en que Carmen estuviera en casa, justo después se bloqueó la adopción China».
El proceso de adopción, en este caso fue fácil. María José explica que tuvieron que hacer un curso de padres adoptivos que les fue muy útil para enfrentarse a esta situación tan delicada. «Hicimos un curso en una ECAI \[entidad colaboradora de adopción internacional\] y allí te abren los ojos sobre qué es adoptar un niño. Esto es un mundo nuevo, nada que ver con una madre biológica. Te entregan un niño con dos añitos y no te trae nada más que lo puesto», comenta.
Pero, sin duda, le ha merecido la pena. «Es lo mejor que he hecho en mi vida. Me he hecho muchos tratamientos, y cada día, cuando veo a mi hija, doy gracias a Dios por no haberme quedado embarazada. Tal es así que estamos esperando otro niño de Filipinas», adelanta esta madre. Ya han tramitado la adopción del que será su segundo hijo adoptivo: «Nos da igual que sea niño o niña. Sí pedimos que fuera de cero a dos años para estar más tiempo con él».
Y añade que la situación de la adopción es tan fuerte emocionalmente cuando te dicen que ya tienes la niña y te dan la foto unos meses antes de poder llevarse a la pequeña que no puedes contener la alegría. De hecho, asegura, que en el viaje de Sevilla, donde les facilitaron la imagen de la niña que iban a adoptar en China, para Palma «no sabemos las veces que paramos el coche para ver la foto. Cuando llegamos, brindamos con champán con la familia».
«En la ECAI, no nos piden nada, lo único que hay que pagar son los viajes. Pero estamos hablando de sentimientos como madre, no de comprarnos un coche», apostilla.
Un día de «nervios»
De hecho, este matrimonio tuvo que pasar en China casi un mes. El momento más emocionante fue a las 2 de la tarde de ese 26 de febrero de 2007. «Tuve unos sentimientos que nunca había tenido, yo creo que eran de emoción, una mezcla, ni alegre, ni triste… Lo que sí estaba era muy nerviosa, con alguna lágrima escapándose», recuerda.
Con esa misma emoción aún, rememora cómo a las 48 horas de tener a la niña les intentaban hacer una foto en familia para una especie de pasaporte, y no había manera. La niña se negaba en banda a soltar a su madre adoptiva y la instantánea la tuvieron que tomar con ella en brazos entre sollozos. «Y así continuamos», apostilla María José, recalcando el apego entre la niña y sus padres.
La pequeña Carmen, que revolotea alrededor de su madre mientras muestra las fotos del viaje al continente asiático, tiene claro que María José es «su mamá especial, que Francisco Javier es su papá especial, y que es su hija del corazón y su hermanito también será hijo del corazón».
El proceso de adopción, en este caso fue fácil. María José explica que tuvieron que hacer un curso de padres adoptivos que les fue muy útil para enfrentarse a esta situación tan delicada. «Hicimos un curso en una ECAI \[entidad colaboradora de adopción internacional\] y allí te abren los ojos sobre qué es adoptar un niño. Esto es un mundo nuevo, nada que ver con una madre biológica. Te entregan un niño con dos añitos y no te trae nada más que lo puesto», comenta.
Pero, sin duda, le ha merecido la pena. «Es lo mejor que he hecho en mi vida. Me he hecho muchos tratamientos, y cada día, cuando veo a mi hija, doy gracias a Dios por no haberme quedado embarazada. Tal es así que estamos esperando otro niño de Filipinas», adelanta esta madre. Ya han tramitado la adopción del que será su segundo hijo adoptivo: «Nos da igual que sea niño o niña. Sí pedimos que fuera de cero a dos años para estar más tiempo con él».
Y añade que la situación de la adopción es tan fuerte emocionalmente cuando te dicen que ya tienes la niña y te dan la foto unos meses antes de poder llevarse a la pequeña que no puedes contener la alegría. De hecho, asegura, que en el viaje de Sevilla, donde les facilitaron la imagen de la niña que iban a adoptar en China, para Palma «no sabemos las veces que paramos el coche para ver la foto. Cuando llegamos, brindamos con champán con la familia».
«En la ECAI, no nos piden nada, lo único que hay que pagar son los viajes. Pero estamos hablando de sentimientos como madre, no de comprarnos un coche», apostilla.
Un día de «nervios»
De hecho, este matrimonio tuvo que pasar en China casi un mes. El momento más emocionante fue a las 2 de la tarde de ese 26 de febrero de 2007. «Tuve unos sentimientos que nunca había tenido, yo creo que eran de emoción, una mezcla, ni alegre, ni triste… Lo que sí estaba era muy nerviosa, con alguna lágrima escapándose», recuerda.
Con esa misma emoción aún, rememora cómo a las 48 horas de tener a la niña les intentaban hacer una foto en familia para una especie de pasaporte, y no había manera. La niña se negaba en banda a soltar a su madre adoptiva y la instantánea la tuvieron que tomar con ella en brazos entre sollozos. «Y así continuamos», apostilla María José, recalcando el apego entre la niña y sus padres.
La pequeña Carmen, que revolotea alrededor de su madre mientras muestra las fotos del viaje al continente asiático, tiene claro que María José es «su mamá especial, que Francisco Javier es su papá especial, y que es su hija del corazón y su hermanito también será hijo del corazón».
3 comentarios:
Me encantan este tipo de historias porque las siento en el corazón.
Estamos esperando nuestro CI para poder ponernos en lista de espera para un Pasajito Verde y estamos encantados. Seguro que cuando esté nuestr@ hij@ aquí todo sea mejor.
Por eso entiendo a esta madre.
Un abrazo.
http://adoptaextremadura.blogspot.com/
un beso muy fuerte desde Granada, ya nos iras contando como te va con tu precioso pasajito...
Afam
Me ha emoconado mucho tu historia pero me he quedado de piedra con una afirmación que haces... "Doy gracias a Dios todos los dias por no haberme quedado embarazada en los tratamientos"...
Creo que es un poco fuerte, nosotros al final tuvimos la gran suerte de tener a nuestra hija biológica y doy todos los dias gracias a Dios por ese motivo.
Ocurrió en uno de los parones del pais de origen de nuestra hija adoptiva (a la que por fin iremos a recoger este año).
Nosotros damos gracias a Dios todos los dias por haberme quedado embarazada y asi tener a mis dos hijas conmigo en breve... ya sean de barriga o del corazón.
Besos
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